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La Navidad es, sin duda, la época más mágica del año para los niños. Las luces, la ilusión de los Reyes Magos, las reuniones familiares y, por supuesto, los banquetes. Sin embargo, entre el bullicio de las celebraciones y la relajación de las rutinas, se esconde uno de los peligros más temidos por cualquier padre, madre o educador: el atragantamiento infantil.
En España, los atragantamientos y sofocaciones son una de las principales causas de accidentes domésticos graves en niños menores de tres años. Durante las fiestas navideñas, este riesgo se multiplica exponencialmente. La introducción de alimentos atípicos en la dieta de los pequeños, el acceso a objetos decorativos y piezas pequeñas de juguetes nuevos, sumado a la distracción generalizada de los adultos durante las sobremesas, crean el «caldo de cultivo» perfecto para un susto.
Desde Ebora Formación, como centro especializado en la formación de futuros profesionales, sabemos que la seguridad no es un juego. Por eso, queremos ofrecerte esta guía para identificar los «puntos rojos» de la Navidad y explicar por qué la formación especializada en Educación Infantil es vital para proteger a los más vulnerables.
La mesa de Navidad española es una delicia, pero para un niño menor de 5 años puede ser un campo de minas. Su vía aérea es muy estrecha (similar al grosor de su dedo meñique) y todavía están aprendiendo a masticar y deglutir correctamente.
Son el enemigo público número uno. Su forma redonda, su tamaño perfecto para bloquear la glotis y su piel resbaladiza las convierten en una de las causas más frecuentes de atragantamiento grave.
Almendras, avellanas, cacahuetes o kikos suelen estar al alcance de la mano en las mesas bajas durante los aperitivos. Los niños no los trituran bien y, al ser duros, pueden ser aspirados hacia el pulmón.
El turrón duro (Alicante) es difícil de gestionar incluso para algunos adultos. Por otro lado, los polvorones o mantecados, por su textura extremadamente seca y arenosa, pueden formar una pasta en la boca difícil de tragar para un niño pequeño.
Muy típicos en las cabalgatas de Reyes o como decoración. Su dureza y forma redondeada los hacen muy peligrosos.
El riesgo no termina cuando se levantan de la mesa. El entorno navideño está lleno de nuevos estímulos y objetos brillantes que los niños, en su fase de exploración oral, querrán llevarse a la boca.
Bolas del árbol que se rompen en trozos pequeños, espumillón que se desprende, pequeñas figuritas del Belén o incluso las «pilas de botón» que llevan muchos adornos luminosos (que además de atragantamiento, provocan quemaduras internas gravísimas).
El caos de los regalos a veces hace que un niño pequeño acabe jugando con el regalo de su hermano mayor. Piezas de construcción tipo LEGO, canicas, o accesorios de muñecos pequeños son riesgos potenciales. Es fundamental revisar siempre la edad recomendada por el fabricante en la caja (el famoso símbolo de «prohibido 0-3»).
La prevención es el 90% del trabajo. Durante estas fiestas, la regla de oro es la supervisión activa. Sabemos que es difícil cuando hay veinte familiares en casa, pero siempre debe haber un adulto responsable designado que no quite ojo a los niños pequeños mientras comen o juegan en entornos nuevos.
Todo lo que hemos mencionado hasta ahora se centra en el ámbito familiar. Pero, ¿qué ocurre cuando dejamos a nuestros hijos en una escuela infantil o guardería? Esperamos que estén en un entorno 100% seguro.
Aquí es donde entra en juego la figura del Técnico Superior en Educación Infantil.
En Ebora Formación, entendemos que ser educador infantil no es solo «cuidar niños» o enseñarles canciones. Es una profesión de altísima responsabilidad que requiere una preparación integral. Nuestro Ciclo Formativo de Grado Superior en Educación Infantil pone un énfasis crucial en la salud y la seguridad.
Nuestros alumnos no solo aprenden a diseñar actividades pedagógicas, sino que reciben formación específica en:
Saber identificar una tos efectiva de una obstrucción total, conocer la maniobra de Heimlich adaptada a niños o cómo actuar ante una parada cardiorrespiratoria es obligatorio. Un educador formado no entra en pánico; actúa.
Aprenden a «escanear» un aula o un patio con ojos de experto, detectando riesgos potenciales (como una pieza de juguete rota o un alimento mal cortado) antes de que ocurra el accidente.
Conocen las texturas adecuadas para cada edad y los protocolos de alimentación segura en el aula.
Esta Navidad, disfrutemos de la magia, pero no bajemos la guardia. Un pequeño gesto, como cortar una uva o guardar un fruto seco, puede evitar una tragedia.
Y si sientes vocación por el cuidado, el desarrollo y, sobre todo, la protección de la infancia, recuerda que la seguridad se aprende. Formarte como Técnico Superior en Educación Infantil en Ebora Formación te dará las herramientas no solo para educar, sino para ser el guardián de la seguridad de los más pequeños cuando más lo necesitan.
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